martes, 2 de marzo de 2010


Tengo una verdad que contar. Ya no aguanto más. Calle tanto tiempo, TANTO. Pero todo tiene su límite. Siempre lo dijo mi madre: calla hasta explotar.. Pero yo ya no puedo más. Perdón, perdón si mis verdades lleguen a lastimar a alguien, pero juro, juro Dios santo, que necesito gritarlo.
Al principio creí que podría manejar la situación perfectamente. No era demasiado tiempo, sólo hasta que Rubén haga los trámites y pudiera salir del país. Él me había dicho que no sería mucho: un par de días, a lo sumo unas semanas y ya estás liberado papá. Creí que podría dominar la situación durante ese tiempo. Lo creí tanto que me convencí completamente de ello y lo logré. Mi vida siguió su curso normal por un par de días, tanto que de a ratos me olvidaba.
El problema comienza exactamente cuando Rubén desaparece misteriosamente. "El celular está fuera del área de cobertura, intente más tarde. Muchas Gracias" Me repetía la operadora del celular de Rubencito. "Bueno, no pasa nada. Capaz Rubencito tuvo un percance, nada grave Adrián. Vas a ver, dale unos días que te está llamando" Me repetía todas las mañanas mientras me cepillaba los dientes. Pero mi querido Rubencito resultó ser un hijo de re mil puta. Porque Rubecito nunca me hizo el llamadito y se llevo toda mi platita a otro lugarcito y nunca me hizo los tramititos para que yo pudiera salir del paisito!!!!!
Así que yo, Adrián Rivas entré a enloquecer. Pero entré a enloquecer realmente. El problema comenzó con el tema de los sueños. Soñaba con ella todas las noches. PERO TODAS las noches son absolutamente todas. Era siempre el mismo sueño: Yo estaba en un bote pescando y me ponía a llorar porque no había podido pescar nada y me sentía un fracasado. Me paraba en el bote y gritaba:" ¿Cómo una persona puede volver de pescar sin un pescado en la mano?" Entonces aparecía ella, vestida con un vestido blanco y un tull en la cabeza y con un pescado en la mano me miraba y me decía: a pesar de todo toma, yo te regalo un pescado. Y desaparecía. Yo me quedaba inmóvil porque no entendía cómo había aparecido en mi bote y cómo había desaparecido de él. Todavía con lágrimas en los ojos me sentaba y me comía el pescado.
Ya sé. Ya sé. Sí sí. No es para tanto, Adrián. No es un sueño tan desagradable. Es hasta cómico. ¿Cómico? ¿Cómico? ¿Decime qué carajo te parece cómico de ese sueño hijo de puta? Noooo, vos no tenés una puta idea lo que es soñar con botes, pescados y ella tooooodaas las noches. No, vos no tenés derecho a decir que no es para tanto si no sabés. Sino sabés lo que es cargar con todo esto. Tranquilizate Adrián, ¿qué te anda pasando boludo? ¿Quién es la minita con la que soñas? Vení, sentate. Charlemos que hace mucho no me contas. Claaaaaaro, ahora querés que charlemos, ahora querés saber que carajo me pasa ¿no? Ya está. Yo estoy tranquilo. Yo, Adrián, cuento hasta tres y estoy tranquilo. Uno. Dos. Tres. Respiro bien profundo y yo, Adrián ya estoy tranquilo.
Pero no. No funcionaba, yo no podía seguir viviendo mi vida así. Ya no era vida. Día y noche mi mente torturada por sus palabras, por su mirada, por su mano fría. Día y noche. ¡Por Dios! ¡Qué castigo más inhumano! Pensé que podría salir de ésta, pensé que a tu manera me ayudarías. Pero me dejaste solo como siempre. Solo como un perro cantando una canción de amor al cielo. UuU, el cielo. Pero acá estoy querida dándome por vencido. Acá estoy señores. Gritando verdades. Escúchenme porque creo que estoy muriendo y ya no puedo hablar mucho más. Tuve mis límites, pensé que no me pasaría nada, que pronto estaría lejos de este lugar pero igualmente me di cuenta que me seguirá a todas partes. Esté dónde éste el tormento me perseguiría.
Perdón, yo siempre quise que vivas. Pero fuiste tan cruel. Me heriste tanto. Me mentiste demasiado. yo no estaba cambiado, NO ME DIGAS QUE YO ERA EL CAMBIADO si vos ni me hablabas. Si ya no me acariciabas. Perdón, perdón, perdón. Siempre quise que vivas. Pero eras tan fría que me lastimabas tanto. Cada palabra me hundía un poquitito, cada miraba era un puñalazo. Perdón, yo realmente quería que vivas. Porque sin vos yo no vivía pero vos vivías para otros y perdón, en serio, pero entonces , así, de esa forma, tan muerta en vida, así para mí, no sé, así entonces yo no quería que vivas.

Ayer tuve una charla bastante profunda con mi hermana de diez años sobre la muerte.
En una me tiró: "Hay un refrán que dice Dios no cierra una puerta sin abrir una ventana"
Me siento bastante pelotuda, bastante.